Por qué

Durante décadas, los grupos antiderechos y excluyentes han atacado la justicia de género y a los movimientos LGBTQI+ como una táctica para consolidar su poder económico y político. Lo hacen aprovechando el miedo, creando pánico moral e impulsando discursos perniciosos y falsos con el objetivo de formar las percepciones públicas, influir en las políticas y desmantelar las protecciones que ofrecen los derechos humanos.

Tras décadas de financiamiento continuo, estos grupos están recogiendo cada vez más los frutos de su trabajo. Si queremos contrarrestar sus ataques, debemos aumentar significativamente nuestro financiamiento, al mismo tiempo que innovamos, asumimos riesgos y creamos convergencias entre los movimientos. Es hora de hacer las cosas de otra manera. Es el momento de optar por una orientación renovada, mayor solidaridad y enfoques creativos.

En un contexto mundial de cada vez más extremismo y de necesidades acuciantes de los movimientos de base, es necesario construir alianzas amplias y consolidar las ya existentes. Debemos establecer colaboraciones entre sectores, entre fronteras y entre instituciones, y velar por que la infraestructura del movimiento esté financiada de manera adecuada y sostenible. Esto es lo que se requiere para crear un cambio gravitacional en las actitudes, las creencias y las acciones para así poder proteger a las comunidades más afectadas, mantener nuestras libertades que tanto esfuerzo nos ha costado lograr y promover una visión expansiva, inclusiva y justa para nuestro mundo.